El recuerdo del Nürburgring argentino
El 11 de diciembre de 1977 se inauguraba el panorámico semipermanente de Tandil. 32 kilómetros para disfrutar, una novedad para la gente y para el Turismo Carretera. Más de cincuenta mil almas “tapizaron” las sierras más antiguas del planeta. Una escenografía única, y un colorido cautivante.
Han transcurrido 41 años de aquel inolvidable acontecimiento en Tandil, el sueño de una ciudad y su gente se hacía realidad. Una topografía original, con curvas y variantes de diferentes radios. Subidas y bajadas, giros en pendiente y algunas rectas extensas del trazado antiguo.
La viborita de Don Bosco, sector técnico del circuito, hoy parte del lugar favorito de running y ciclistas, la curva de «El Gallo», el tendido hasta Scarminacci, la variante de La Porteña, la curva de Montecristo, y la Bajada de Belén, el temible tobogán que impulsaba hasta Marchini, donde más de un TC levantaba vuelo, actualmente rodeado de pintorescas casas de té y cabañas.
El reducto de las sierras era banco de pruebas de una etapa romántica de los carreteros, con alguna similitud al mítico Nürburgring, el infierno verde teutón que tenía algunos kilómetros menos que el tandilense.
Las chicanas
Las chicanas de Tandil eran ocho en total, tres sobre la ruta 74, dos sobre la provincial 30, la variante de Belén, San Gabriel, y la enclavada frente al Club Banco Nación, algunas de ellas sobreviven hasta hoy. Unas, fueron tapadas por la tierra de los años, otras quedaron cubiertas por pastos, la más cercana al centro de la ciudad se halla intacta, utilizada como el “drive in” de una cabaña turística.
Los impulsores
Una tarea que no tuvo pausas en los albores de los setenta, llevada a cabo por grandes y eximios impulsores como Don Pedro Blanco, Alberto Iribarne, el Dr. Martín Zubeldía, el ministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires Dr. Osvaldo M. Zarini, nexo para esa obra, el Profesor Daniel Perez, Francisco Fiego, el Gobernador Carlos Moragues, el Ingeniero Zubiri, el Director de Turismo C. Macchi, y el Intendente Carlos Pina.
La preferencia de los pilotos
El «semi» tandilense se convirtió en el circuito preferido de los pilotos, descollando entre otros, notables figuras como Roberto Mouras, «Pincho» Castellano, el «Flaco» Traverso, Oscar Aventín y el «Pato» Morresi. También era el lugar donde se destacaban los motores de los grandes preparadores, los Fores del «Polaco» Herceg, los Chevrolet de Omar Wilke- Jorge Pedersoli y Pablo Satriano, y el Dodge que motorizaban Oscar y Don Néstor Castellano.
El accidente de O. Suárez
La mayor tragedia de Tandil fue la muerte de Octavio Justo Suárez. Ocurrió el 23 de septiembre de 1984. Ese día no lo acompañaba su hermano Pedro, sino Norberto «Tito» Torre que pudo salir ileso de aquella trampa mortal en la ruta 74, en las cercanías de Scarminacci. Un día de luto para el Turismo Carretera, se iba el hombre que había recuperado a la categoría más importante del país.
21 competencias
Diecisiete vueltas de Tandil se llevaron a cabo en los 32,200 kms del circuito serrano, y cuatro realizaciones especiales, dos ediciones de la Vuelta de Lobería, una de Benito Juárez, y una competencia Apertura organizada por la ACTC, totalizando veintiún eventos.
Como no podía ser de otra manera, un grande como el “Flaco” Traverso anotaba su nombre, como el primer ganador en el emblemático lugar.