Las «Liebres MK II» hicieron historia en las sierras
Por Luis Orlando Sanchez.
Había cerrado una época, ya no estaban autorizadas más carreras en zonas urbanas, y el circuito Vuelta a la Carretera de Tandil era historia. El 13 de Noviembre de 1966, con el triunfo de Rubén Roux había finalizado una etapa de once ediciones de la clásica carrera de Tandil en el trazado de 47,800 Kms, que recorría arterias y avenidas de la ciudad, más las rutas 30, 74 y 226.
La entidad serrana debió ingeniarse para encontrar un escenario, y apuntó a un trazado mixto que fue autorizado por el ACA, un circuito de casi 60 kms, con la salvedad que no podían intervenir más de 45 autos. Por eso, el día sábado previo a la competencia, en la Base Aérea Militar Tandil se llevaron a cabo las pruebas eliminatorias que clasificaba la cantidad estipulada y la largada se establecía por ranking. Las liebres de Copello, Gradassi y Perkins marcaron territorio en la pista de la VI Brigada Aérea.
El circuito para la XV edición, tenía un perímetro de 59,942 Kms, de los cuales 45,737 Kms eran de asfalto y 14,205 de tierra. Desde «La Vasconia» por ruta provincial 226 hasta Tres Mojones, próximo a El Amanecer, donde «bajaban» al tramo de tierra hasta Estación Fulton y luego asfalto, ruta provincial 74 e intersección con la 226, en el cruce de «La Vasconia».
El domingo 12 de Noviembre, se corría por única vez en el trazado mixto Tandil-Fulton, con enorme convocatoria y la presencia de los temibles Torino y las nuevas «Liebres MK II», un prototipo nato de competición, similar a un Hatchback de calle, diseñado por Heriberto Pronello, y alistado por Oreste Berta. El diseñador de Villa María había ideado un concepto exitoso del Torino original, utilizando el motor y la caja de cambios, para hacer frente a la evolución de las otras marcas. Un auto veloz y eficiente, sin elementos adicionales (alerones) para mejorar su tránsito en curva.
Tandil era uno de los desafíos finales de la pelea entre las folklóricas cupecitas, los compactos y las nuevas versiones que iban apareciendo.
Si bien «Maneco» Bordeu estrenando el siete bancadas, luego de superar a su coterráneo Eduardo Casá, lideraba en el camino la primera parte, el «maestro» Eduardo Copello en los relojes, era líder de la contienda.
En la tercera vuelta abandonaba el «pupilo» de «Toto» Fangio por un problema en el distribuidor, y «las liebres» comenzaban a mostrar su velocidad y contundencia.
Por mitad de carrera, las acciones eran vibrantes, quedando con «vida» la mitad del parque y el sanjuanino se afirmaba y «amasaba» la primera victoria con el nuevo producto del «Mago» de Alta Gracia a casi 187 kilómetros de promedio, escoltado por «Pirin» Gradassi con problemas en el cuentavueltas y Gastón Carlos Perkins, el «Flaco» de Juan Bautista Alberdi que cerraba el podio con las veloces MK II.
«Rolo» de Alzaga (Torino 380 W) y Carlos Marincovich (Chevitú) completaban el quinteto de avanzada y luego arribaban «Tuqui» Casa con el rendidor F 100 que preparaba «Manolo» Rodriguez, el «Califa chico» Nasif Moisés Estéfano, el azuleño Carlos Tártara, César Horacio Malnatti, y Luis Rubén Di Palma, todos con Torino 380 W.
Primera y última vez que los carreteros transitaban el circuito de casi 60 kilómetros, de allí en más, el Tandil Auto Club cambiaba el rumbo, pergeñando la adquisición de un predio para sumar nuevas categorías, mientras monitoreaba la concreción de un semipermanente.
La legendaria entidad pugnaba con la organización de nuevos eventos, incluso pudo albergar hasta la recordada Fórmula 4, y recién el 29 de Abril de 1973 desarrollaba una nueva edición de la Vuelta de Tandil, en el semipermanente Luciano Fortabat de Olavarría.