La última función en el circuito «Vuelta a la Carretera»
Por Luis Orlando Sanchez.
Se iba una época inolvidable del TC en Tandil, el circuito Vuelta a la Carretera iba a ser historia.
El 13 de Noviembre de 1966, por última vez se corría en el escenario de 47,800 kilómetros, que recorría lugares bellísimos de la topografía serrana y tramos céntricos de la ciudad. Con el N° 13 ganaba Rubén José Javier Roux a bordo de la cupé Chevrolet S230 que representaba a la localidad de Monte Grande. Solo pasaron 53 años, volver a recordar el inolvidable circuito que albergó once batallas, es una gloria
Fue la carrera más emotiva de la temporada, y un clásico de los carreteros, aquella 14° Vuelta de Tandil en el mes de Noviembre de 1966, con cuatro máquinas cerca del triunfo desde que empezó hasta que terminó la contienda.
El bello circuito tandilense era óptimo para divertir tanto a los que manejaban como a los que miraban, además equilibraba las posibilidades de todos aquellos que les faltaba algún HP.
Los casi 48 kilómetros, que se transitaban doce veces, ofrecían alternativas muy seductoras que quizá no pueda entregar ningún otro reducto de TC, cincuenta por ciento de rectas, tramos veloces, curvas suaves, amplias y de radio constante, que pueden ser pasadas a fondo, y otro cincuenta por ciento de caminos sinuosos con toda la gama de curvas que podría imaginar un avezado proyectista de autódromos, incluidos tres de ángulo recto en plena ciudad. Las había cerradas, ciegas, veloces, en subida, en bajada, horizontales, peraltadas y «verticales», toboganes, puentes, pasos a nivel, codos y contracurvas inesperados. Para todos los gustos, en la parte veloz se hacía el promedio, en el tramo sinuoso se ganaba la carrera.
El percance de Roux
El viernes, cuando transportaban el auto desde la base en Monte Grande hacia la ciudad de Tandil, un Renault Dauphine chocó contra el trailer de Rubén Roux, y en el tumbo, la máquina quedaba sumamente dañada.
Sin tiempo para lamentarse, acudieron al taller de «Tito» y Clorindo Fortunato, en la Avenida Rivadavia al 1400 casi Gaucho Rivero, donde el equipo de Roux, colaboradores y los dueños de casa trabajaron contrarreloj en la máquina siniestrada, reparando la chapa hasta el sábado a última hora.
Se comentaba que la «Negrita» Roux, no iba a largar, pero hicieron el milagro y el auto largó. Negro el trece, buena suerte.
Pairetti cambio la caja
Uno de los serios candidatos al triunfo en las sierras, Carlos Alberto Pairetti, acusó cerca de «El Paraíso» problemas en la caja de velocidades y en el Paraje «Los Laureles» se detuvo, perdiendo 22 minutos para reemplazar el elemento de transmisión.
Sin chances de luchar con los punteros, «Il Matto» salió nuevamente al circuito solamente para disfrutar la alegría de manejar. Solo para eso no, porque de pronto marcó el récord de vuelta, aunque luego Roux se despachó con un gran registro.
Intriga y suspenso
Era la última docena de vueltas del circuito Vuelta a la Carretera. Se bajaba el telón de una época romántica, y de un lugar emblemático que recorría avenidas importantes de la ciudad, Avellaneda, Rivadavia y Juan B. Justo, las rutas provinciales 30, 74 y 226, uniendo el bello trazado, por el acceso a Tandil, ingresando en «El Paraíso», y las hoy avenidas Fleming y Brasil.
Una jornada inolvidable, donde se coronaban varios años de gloria, nada menos que once disputas, con los más calificados pilotos argentinos.
Acción, cambios y suspenso en la despedida del circuito mayor de Tandil. «Los Emiliozzi» y Angel Rienzi, iniciaban con ímpetu la contienda, tomando distancia de sus rivales en la extensa recta de la 74, entre Scarminacci y La Vasconia, mientras Bordeu y Roux compensaban la mayor velocidad de los Ford manejando al límite en la parte sinuosa.
Los parciales marcaban más de 195 km/h de promedio, hasta aparecer Pairetti en acción, solo por algunos kilómetros, cuando la rotura de la caja de velocidades lo hacía detener.
Asomaba Rubén Roux en los relojes, una enorme alegría luego de haber recuperado el auto en el taller de los Hnos Fortunato de la Avda Rivadavia. Bordeu, «tiraba» con Rienzi, alcanzando a los «gringos». Emotivo espectáculo, aplaudían todos. Nadie hubiera sido capaz de establecer quién era un eufórico simpatizante del Ford y quién era un alegre hincha de Chevrolet.
Roux, Alzaga, Malnatti, Di Palma, Casa, Gálbato, Cottet y Oscar Cabalen hacían el espectáculo desde atrás. Excepto Roux, nadie parecía tener resto para alcanzar a los punteros, cada uno andaba al límite de sus posibilidades.
En el camino primero Bordeu, segundo Rienzi, tercero Emiliozzi y cuarto Roux que se iba para adelante y alcanzaba la punta. Rienzi y los de Olavarría comenzaron a padecer con la caja trabada. Cuando parecía todo definido, el de Monte Grande, debió detenerse a cargar dos bidones, mientras «Maneco» se ponía muy cerca en los relojes.
Enseguida, caía la cuadriculada para Bordeu, luego Roux, que por 20 segundos firmaba una recordada conquista en Tandil, primero por su accidente en la previa y luego por anotar su nombre en la despedida del particular escenario. «Esta vez me tocó a mí. Espero que mi triunfo no le quite el campeonato a nadie». (El campeonato 1966, se definió en el Gran Premio, y quedó para Juan Manuel Bordeu).
Solo seis pilotos cumplieron con los 573,600 kilómetros de recorrido, o las doce vueltas estipuladas, lo que indica la dureza y exigencia de la competencia.
Rubén Roux ganaba a 181,531 de promedio en 3hs. 09m. 35seg. 1/5, segundo «Maneco» Bordeu, tercero Eduardo Casá, Dante y «Tito» Emiliozzi con el Baufer F 100 y Rienzi, los cinco de avanzada, completando los diez primeros, Malnatti, Raúl Alejo Cottet el ex-acompañante de Juan Gálvez, el «Negro» Polinori, Andrés Melino y «Cacho» Matías, de Tigre.