Román, un tandilense en la época de oro del TC

Acompañó a Armando J. Ríos en la década del ’60 y desarrolló su experiencia al lado del preparador Bernardo Pérez. Hoy, evoca los “lindos recuerdos que nos ha dejado el automovilismo”.

Un tandilense vivió intensamente la época de oro del Turismo Carretera. Eran otros tiempos, años románticos de la folklórica categoría, caminos de tierra y asfalto, épocas de peñas y taller, donde el hombre era piloto y mecánico. César Alberto Román disfrutó plenamente esos momentos, acompañando durante tres años en el Chevrolet a Armando J. Ríos, el veloz piloto de Quequén y Necochea, sobrino del inolvidable Benedicto Campos.
A partir de 1963, y luego que Ríos acordara con Román, el tandilense inició una apasionante trayectoria con uno de los pilotos más veloces de los años 60, además desarrollando experiencia y trabajando junto a Bernardo Pérez, el eximio preparador de Arrecifes, quien potenció los motores de José Froilán González y Juan Manuel Fangio, y a jóvenes de esa época como Néstor Marincovih, Carlos Pairetti, Armando J. Ríos y Carlos Marincovich.
Román se pudo «tutear» con pilotos y preparadores consagrados. «Tengo muy lindos recuerdos, de una época inolvidable. Armando (Ríos) vino a Tandil, y nos encontramos en Transportes Tandil, frente al antiguo edificio de la Usina, en la calle Sarmiento. Yo estaba trabajando en una cupé 37 para Moscardi, de Benito Juárez. Allí nos pusimos de acuerdo, viajé a Necochea, celebrando un fin de año con la familia Ríos, y comencé a trabajar con él y Bernardo (Pérez). En Buenos Aires, teníamos el auto de correr en la calle Austria, a media cuadra del Hospital Rivadavia, era la concesionaria de Armando (Ríos)».
Román iniciaba una etapa que muchos jóvenes aspiraban, sentarse al lado de un piloto de punta, que peleaba cada carrera con los Emiliozzi, Pairetti, Bordeu, Ciani, Cupeiro y Loeffel entre otros. «En 1964, debuté como acompañante de Armando (Ríos) en la Semana de la Velocidad, en Carlos Paz. Fue una experiencia única, con un gran piloto. Fueron varias carreras en casi tres años, con abandonos, revolcones y lindas satisfacciones. Recuerdo la carrera del ‘65 en Tandil, el circuito que pasaba por la ciudad, ganó Loeffel, segundo «Pichón» Araquistain a quien lo acompañé en una competencia (Olavarría) y luego nosotros. La gente de Tandil festejó durante varios días esa carrera. Luego, celebramos ese lindo momento en Unión y Progreso. El Turismo Carretera era distinto, había amistad y una sana camaradería entre nosotros», le comentaba Román a vertigomotorsport.com.
El tandilense aprendió y se «pulió» con un destacado maestro de los fierros, como era el arrecifeño Bernardo Pérez, responsable en la década del ‘40 de los motores de «Pepe» González y del quíntuple Juan Manuel Fangio. «En Buenos Aires, comencé a trabajar en la concesionaria de Armando (Ríos) y lo acompañaba en las carreras. Tuvimos buenos resultados en una época de grandes pilotos, campeonatos muy extensos, con más de treinta carreras. La actividad era todos los domingos y en la semana había que preparar el auto. El momento más difícil que viví, fue el accidente en la Vuelta de Salto, un vuelco muy fuerte, con algunos golpes. Me acuerdo que se detuvo Carlos Marincovich, quien nos llevó a un Hospital. Fue una situación complicada, pero pudimos recuperarnos pronto», sostenía el copiloto tandilense, que compartió un tiempo inolvidable con el recordado piloto de Necochea en el TC. «Son lindos recuerdos que nos ha dejado el automovilismo, la gente de esa época, los pilotos con quien compartimos muchas horas y la gente de los pueblos que vivía con pasión cada visita del Turismo Carretera», finalizaba Román.

 

 

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