El último triunfo de Bordeu en Olavarría
Por Luis Orlando Sanchez.
En la XVI Vuelta de Olavarría, Juan Manuel Bordeu alcanzaba su último triunfo en el Turismo Carretera, el 13 de Agosto de 1972, y lo hacía con la Dodge GTX de la CDCC.
La competencia tenía lugar en el circuito Luciano Fortabat, con un perímetro mayor al utilizado en la última época, de 20,380 kilómetros que recorría la autopista Fortabat, rutas provinciales 76 (luego provincial 51) 226, y las avenidas Pellegrini y Del Valle.
Una gran fiesta del TC. tenía lugar en la capital del cemento, con un parque calificado de máquinas y alta convocatoria, en el ciudad de los Emiliozzi.
Tarea ímproba de los avezados directivos del AMCO, encabezados por «Lito» Hipólito, Pedro Ressia y “Keko” Sgarboza, junto a un destacado equipo, volviendo a producir otro evento superlativo en el trazado Luciano Fortabat.
Al año siguiente, el escenario sería reducido a 17,450 kilómetros, dejando de lado las avenidas Pellegrini y Del Valle, que mostraban el progreso y una nueva época, con la construcción de nuevos inmuebles y edificaciones, que ponían en riesgo la utilización del lugar.
Acción en el cemento
Un año atrás (1971), Dodge conseguía en el mismo reducto, su primera victoria en la máxima con la conducción del piloto de Balcarce, parecía que el circuito olavarriense, tenía una atracción especial, al igual que para los productos elaborados en San Justo.
Bordeu conseguía su cuarto triunfo en Olavarría,
1964 y 1966 con Chevrolet, 1971 y 1972 con Dodge, aunque con modelos distintos.
Dos series, con victorias de Miguel Angel De Guidi (Dodge) y Juan Carlos Iglesias (Ford) marcaba una previa atractiva ese segundo domingo de Agosto. Nadie se guardó nada para la finalísima, que se desarrollaba sobre doce capítulos para cumplimentar 244,560 kilómetros.
La hora de la verdad se ponía en acción, y en la partida, los fores de Juan Carlos Iglesias y Nasif Estéfano se fueron adelante, mientras De Guidi se «pegaba» a la cola del tucumano.
En la primera variante, se producía un entrevero, despiste del «Califa» y de De Guidi, con mayor pérdida de tiempo para este último.
En esa confusión, Juan Carlos Iglesias tomaba la delantera, pero duró hasta que ingresó a boxes, debido a la rotura de un pistón. En tanto, De Guidi padecía la rotura de una manguera de aceite, cosa que también lo dejó out.
Con ese panorama se abrían grandes chances para Bordeu que manejaba con temple y autoridad las acciones, estableciendo un trámite firme, criterioso y con gran ritmo .
«Maneco» alcanzaba su última victoria en el TC, a casi 190 kms/h de promedio, con un final abierto, y sabrosos ingredientes, donde los tres de avanzada «bailaron» en 15 segundos.
Relevante trabajo de «Caito» Iglesias que no le dio respiro al «crédito» de Balcarce en el tramo final, enhebrando el segundo lugar, mientras Nasif Estéfano recuperaba algo del tiempo perdido, pero no le alcanzaba para arrimarse.
El «soviético » Marincovich, ya sin el rateo de la serle, le dio a la cupé como para romperla pero aguantó sus iras y «firmó» un cuarto puesto significativo, teniendo en cuenta que partió muy atrás. Los Hnos Suárez impusieron una vez más su temple y aplomo haciendo las cosas con corrección. El último que consiguió puntos en el cemento, fue el «Buchón» de San Miguel, César Horacio Malnatti con su Torino revitalizado.
Luego arribaron «Pichón» Luluaga de Villa Cañas, Roque Eugenio Boyle de Venado Tuerto, Juan Marconi y el «Laucha» Héctor Rios.
Una carrera con alternativas, golpes de escena, y pasajes sumamente emotivos. Espectáculo agradable, con la dosis de continuidad elogiable que otorgaban los circuitos «abreviados».
Olavarría, opción ideal
El escenario, uno de los más potables para la categoría, veinte kilómetros de extensión, cifra que en los albores de los setenta, se acercaba al ideal. Los autos pasaban frente al público cada seis minutos y fracción, cosa que permitía apreciar un show continuado. Además, no facilitaba a los de punta, reunirse muy pronto con los rezagados, caso que mostraban otros reductos. Un lugar con gran seducción, cerca de la ciudad y convocante para la gente.
La última victoria
El triunfo de Bordeu resultó determinante, contó con todos los atributos para ganar. Excelente conducción, alta dosis de cerebración y un auto que sin ser de los más veloces, funcionaba a pleno, sólido y parejo, factores que resultaban fundamentales en cualquier tiempo.
Mención especial para la actuación de Miguel De Guidi, con la cupé Dodge, mecánica de Oscar Zarzoso viajaba como una aplanadora, y la tarea del «Califa» Estéfano acopiando puntos valiosos para el certamen, sacándole provecho al Falcon rendidor e irrompible.
Entrega soberbia de Ricardo Iglesias, «Caito» tuvo más suerte que su hermano Juan Carlos.
En el segundo hemisferio de 1972, la máxima exhibía otra temática, época de cambios, con otros pilotos y adecuados escenarios. Los carreteros se ajustaban a otro formato, sin variar su espíritu, su esencia y con ese folklore clásico que a lo largo de los años, sigue destilando la emblemática categoría.
(Fotos: Miguelangel)
Esta carrera la ganó Gradassi, todo este relato es de la serie, no de la final.