El aro del TC
Cuesta imaginar hoy en día, en que las comunicaciones entre pilotos y boxes son constantes y se pueden escuchar a través de las trasmisiones televisivas, la forma en la que pilotos y acompañantes eran informados en las competencias de Turismo Carretera de la década del ’60: un aro de mimbre en el que se ataba un papel con la información para la tripulación. Generalmente, se aprovechaba una curva lenta (noventa grados) donde el encargado de alcanzar la información se colocaba del lado del acompañante, quien -a su vez- se desataba, sacaba medio cuerpo por la ventanilla y se llevaba el aro en un brazo. Casi como el maquinista o foguista de los trenes, cuando recibían “el vía libre”.
Los reabastecimientos de nafta con bidones también merecerán un tratamiento similar en futuras entregas.
Anécdotas
De antología: “Mira, en una carrera que no me acuerdo dónde era había puesto los auxilios en un lugar determinado. Yo sabía dónde estaban y cuando me voy acercando al lugar del auxilio veo con gran sorpresa que uno de los muchachos del auxilio, justo el que tenía que entregarle el aro de información a mi acompañante, estaba de mi lado y ya no había tiempo de hacerles señas de que se cambiara de lugar. Y entonces tuve que largar el volante, abrir la ventanilla, sacar medio cuerpo afuera, agarrar el aro y seguir en carrera. ¿Vos me podés creer que hasta el día de hoy el muchacho del aro me porfía que el aro se lo dio a mi acompañante…?”, Carlos Marincovich.
El auxilio inesperado: Había un grupo de amigos que ofrecían sus servicios como auxilio en todas las pruebas de TC. Pero no eran muy eficientes. O por lo menos estaban en otros detalles. En Rojas corrieron Teófilo Bordeu y Juan Carlos Perkins juntos. Iban mal. Muy lejos. Cuando pasaron por el auxilio dejaron un mensaje: “Estamos sin cambios”. Cuando regresaron al lugar le entregaron un aro con varios billetes de diez pesos y algunas monedas. El papel de información les aclaraba “Si no les alcanza, avisen”. Publicado en El Gráfico Nº 2344, de setiembre de 1964.