Un suceso repetido
Era temprano cuando el autódromo de Buenos Aires comenzó a recibir público. Algunos ingresaron incluso antes de que el sol se impusiera en el horizonte, cuando todavía los portones de los boxes de cada auto estaban bajos, las tribunas vacías y los pilotos ausentes. Cuando apenas caminaban entre sombras los agentes de seguridad, custodiando que todo estuviera en orden para recibir a la gran fiesta del deporte que significa «La Carrera del Año».
A las 7 y media mas o menos el clima era otro. En el cielo, algunas nubes se repartían el espacio en cuestión, y sol de a poco le iba ganando la batalla a la noche. Las tribunas, primeros las centrales, tenían a chicos corriendo de arriba hacia abajo y viceversa, a padres espiando los boxes desde entrente, y a los equipos ultimando detalles. A esa hora, los tres camiones de la F-Truck salieron a pista para hacer su prueba previa a la gran exhibición, que ocurriría un par de horas después.
Entre las 8 y las 9 fue una explosión de gente la que empezó a ingresar. Las tribunas de la recta principal estaban todas con público, aunque aún restaba que entre público, y mucho. Entonces el cielo estaba despejado y Jefao con su moto empezaba a sorprender a los incautos, que no podían creer lo que es capaz de hacer arriba de las dos ruedas o bien sobre su cuatriciclo, con demostraciones de aquí para allá en la recta principal. Murilo, el locutor brasileño, y su par argentino Alejandro Nagy ya estaban equipados con sus micrófonos para contarles a todos lo que iba pasando en «La Carrera del Año».
El comentario de los periodistas y pilotos que iban llegando era elocuente: «La General Paz está imposible, hay cola hasta la Ricchieri», decían. En rigor, más de 4 kilómetros de atasco debieron soportar los automovilistas que venían por esa vía. De hecho, Diego Aventin debió caminar 1.500 metros para llegar a tiempo al autódromo.
Mientras tanto, en el ingreso de las tribunas, los juegos de Top Race Kids recibían a sus visitantes. Los habituales toboganes inflables con forma de autos fueron complementados por nuevos juegos, con forma de camión de la Fórmula Truck. Además había espacio para pintar y dibujar, una manera de divertirse más allá de las competencias y shows en pista. Las mascotas de Top Race, que habían estado por la calle de boxes sacándose miles de fotos con el público, también estuvieron con los chicos en su área, jugando con ellos.
Cuando los pilotos salieron en los micros Plusmar – el descapotable fue la gran estrella, una maravilla para este tipo de desfile – las tribunas ya estaban llenas. Faltaban algunos lugares en La Horquilla y en el talud, que se llenaría algunos minutos después. Mientras estaban los tres camiones manejados por los hijos de Neusa Navarro Felix – Aurélio Junior, Gabrielle y Dani – las autoridades policiales exhortaron a Top Race a cerrar las puertas. A las 11.40 se impidió el ingreso de vehículos al estacionamiento, y si bien los ingresos estuvieron cerrados algunos minutos también para el público a pie, la categoría pidió que se volvieran a abrir para permitir la entrada a la gran cantidad de público que aún esperaba afuera. Ese tiempo permitió descongestionar la entrada y poder distribuir mejor a la gente.
Antonino Sganga ya había ganado en la primera final de TR Series, Murilo y Nagy seguían alentando al público, el palco de Pirelli estaba colmado, el resto de las tribunas también y Jorge Malatini dejaba a todos con la boca abierta con sus destrezas aéreas. La calle de boxes parecía Florida por la cantidad de gente caminando, fotografiando con los celulares y cámaras digitales todo cuanto pudieran: autos, pilotos, promotoras, famosos, tribunas, camiones.
El inicio de la carrera de la Fórmula Truck se dio en medio de un minuto y medio de fuegos artificiales. Antes, Alejandro Urtubey le había entregado a Neusa una plaqueta en reconocimiento a los 15 años de la categoría brasileña de camiones. En la Sala de Prensa, la gran cantidad de medios periodísticos acreditados disfrutaban de las carreras y de las pinturas de Luciano Crespi exhibidas en ese sector. Y afuera, el público disfrutaba de la revista que Top Race editó exclusivamente para que todos estuvieran al tanto de las novedades que conllevaba esta competencia.
El final de la Truck, con la victoria de Geraldo Piquet, fue emocionante, y también lo fue el momento del Himno Nacional argentino interpretado por Virginia Alayón, cantante profesional e integrante de la organización de Top Race. En ese momento, los 25 paracaidistas comenzaron a llenar el aire con bengalas y banderas argentinas y de Top Race. Antes del final hubo un gran susto por el accidente del paracaidistas Antonio Chemen, quien se recupera de las lesiones sufridas.
Un Falcon impecable se abrió paso entre el público en la tribuna nº 4, donde se ubica la hinchada de Ford, y de ahí bajó – blanca y radiante – Romina, la esposa de Esteban «Toto» Piccinin, quien la esperaba escaleras arriba con su impecable smoking-buzo antiflamaba. Mediante la alfombra roja accedió a la mano de su esposo, a lado de donde esperaba el sacerdote que los casó. Inmediatamente, el Toto cruzó a pista y se subió a su auto para correr.
La vuelta previa de Top Race se hizo bajo el estruendo de 3 minutos de fuegos artificiales. El público ya estaba acomodado para vivir la carrera, los vips colmados, las tribunas repletas, el clima ideal, la televización de América lista para una transmisión histórica. Después vino el triunfo de Agustín Canapino, el festejo en el podio, la recepción del Anillo de Top Race. «La última vez que vi el autódromo tan lleno fue cuando vine a ver la Fórmula 1», dijo Pechito López. «Fue impresionante, yo nunca lo había visto como hoy, hay que felicitar a la categoría», expresó el ganador.
Atrás quedaba una fecha histórica para la categoría. La tercera edición de «La Carrera del Año superó las expectativas, y repitió con creces el suceso de los años anteriores. Otra vez se vivió una gran fiesta, en pista, en boxes y en las tribunas. Un show para toda la familia, una alegría para el deporte. Fueron 72 mil personas, según estimaciones de la Policía Federal, las que llenaron el autódromo. Fue, sin dudas, la confirmación del éxito de «La Carrera del Año», un triunfo del automovilismo deportivo argentino.