Sin categoría

Una pasión que no se termina

Fiel a la costumbre tuerca, no podía faltar el clásico asadito en familia y con amigos. Y mientras los vientos del sur avivaban las llamas en la parrilla, en la pista del autódromo Ciudad de San Martín el asfalto ardía ante el vertiginoso e incansable paso de los poderosos coches del Turismo de Carrera.

Más de 50 mil fierreros mendocinos disfrutaron y gozaron del querido y popular TC, otorgándole un marco espectacular a una de las carreras más taquillera en lo que va del año (se recaudaron más de un millón de pesos).

En la zona de boxes y sus alrrededores del autódromo sanmartiniano, el público acreditado pudo presenciar bien de cerca el andar de sus ídolos con sus máquinas (los Torinos, los Dodge, los Chevrolet y los Ford) en tanto el fuerte rugido de los motores tronaba como la mejor música en los oídos de los entendidos fanas fierreros.

La añeja categoría -en agosto cumple 75 años- tiene su folklore propio, y ya es tradición el asentamiento de carpas, trailers y esos enormes motorhome que pueblan toda la extensión del autódromo, desde el jueves hasta el domingo.

La Barra de la Sodería (San Andrés de Giles), la Peña del Vino Tinto (Paraná), la Barra del Café (Concepción del Uruguay) o la Barra de Las Mandarinas (Entre Ríos), son sólo algunos de los grupos de simpatizantes tuercas que viajan por todo el país siguiendo cada competencia del TC.

“Somos un grupo de amigos que desde hace 27 años que nos reunimos para disfrutar del Turismo de Carretera, saliendo los jueves para volver el domingo a nuestras casa. Somos todos laburantes, pero con organización y el apoyo de nuestras familas, podemos hacer esto que tanto nos apasiona”, cuenta Guillermo Peláez, de la Barra de la Sodería, mientras almuerza con sus compañeros un “chancho con pelo” de 50 kilos.

Provisto de 12 cuchetas, cocina y terraza para ver las carreras, de Mendoza también estuvo presente el motorhome de Ramón Gómez, con los pilotos mendocinos Agustín de la Llana y Hugo Gotardini.

La pasión y el color del TC pasó por Mendoza.

El TC y su folclore

Lejos de las promotoras, de los mecánicos y de todo el color, el Turismo Carretera se vive de una manera especial y particular del otro lado de la tela, donde está el público.

El regreso de la máxima categoría del automovilismo nacional se empezó a palpitar en el mismo momento del ingreso al autódromo, cuando el domingo todavía estaba vestido de noche, soportando el frío que uno sabía que con la salida del sol sería historia.

De a poco la gente fue amaneciendo de entre las carpas, las casillas y los autos, los “dormitorios” que sirvieron para descansar después de una noche larga y fría en el Este mendocino.

Las luces artificiales se fueron apagando al mismo tiempo que se encendían los corazones de los que ayer vibraron con el TC. También se encendían los motores de los primeros autos que salían a pista y el sonido ya empezaba a generar adrenalina.

Pasaron las series, el TC Pista y llegó la final del Turismo Carretera, entre el humo de los asados –a las brasas y a la llama; los pollos al disco y la carne al horno. Un menú bien variado para una jornada que además de los autos tiene ese atractivo, el de compartir con amigos y hasta con desconocidos un buen momento, obviamente que acompañado por una bebida.

Pero cuando el semáforo se pone en verde, lo único que importa son esos autos que tiran fuego por sus escapes y que envuelven con el sonido de sus motores.

 

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