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La consagración de Satriano en las sierras

El 16 de Diciembre de 1990 se desarrollaba la XXXIII Vuelta de Tandil, y penúltima batalla en el semipermanente de 32,366 Kms. en una carrera accidentada que tuvo dos etapas. La primera, a cinco vueltas, y un segundo trámite a tres giros, en virtud de un accidente múltiple, que obligó a las autoridades a suspender la carrera.

El primer parcial fue dominado a voluntad por Roberto Mouras, escoltado por Luis Hernández, y Osvaldo Morresi. La segunda parte, no varió demasiado el desarrollo, volviendo el de Carlos Casares a dominar las acciones con un gran avance del «Pincho» Castellano con el Falcon de Lobería.

En la zona de la ruta 30, y luego de una gran mancha de aceite dejada por el Dodge de Ramón Aldana, luego de la rotura del motor, se despistaban los autos de Eduardo Drivet, Néstor Gardinali, Hugo Piccini, y Carlos Aranzana, sin consecuencias físicas, pero rompiendo los autos lo que motivó la detención de la carrera, acortando el recorrido dos vueltas antes.

Por suma de tiempos,  Roberto Mouras se quedaba con el triunfo en 1h. 28m. 35seg. 62/100 a 175,243  kms/h de promedio, segundo era el «crédito» de Cte. N. Otamendi, Luis O. Hernández, y tercero Osvaldo «Cocho» López». Cuarto clasificaba Osvaldo «Pato» Morresi y quinto Oscar Castellano, quién peleaba el campeonato con Emilio Satriano. Completaron los diez, Vicente Alberto Pernía, el «Chueco» Romero, Oscar R. Aventín, Eduardo Antonio Marcos, y Héctor «Titín» Fiorda. En el úndécimo lugar clasificaba Emilio Satriano, acompañado por Miguel A. Mele  logrando el campeonato de la máxima con el Chevrolet que motorizaba su hermano Pablo en la ciudad de Chivilcoy. Posteriormente el tandilense José «Pepino» Malisia. Roberto Caparello, Luis Minervino y «Lalo» Ramos, cerraban los quince primeros.

Un año que bajaba el telón en Tandil, con dominio de los chivos que habían conseguido una modificación reglamentaria a comienzos de temporada, forzando menos el régimen de vueltas, punto crítico de  los seis cilindros de General Motors, además de un handicap en el peso de 25 kg. De esa forma los Chevrolet  estaban en condiciones de aspirar al certamen, halago que no se les daba del año 1979, cuando el «Colo» Espinosa obtenía el ansiado tributo. 

Picó en punta Mouras en la temporada, con tres triunfos consecutivos, Luego de gran reacción, Castellano estuvo manejando los guarismos, siendo decisivas las cuatro conquistas al hilo de Satriano, en el Fangio de Balcarce, Lobos, Bahía Blanca y en el L. Fortabat de Olavarría para llegar al objetivo. La gloria quedaba para el «Obispo», uno de los más leales defensores de la marca.

La idea era llegar porque sabía que con eso me alcanzaba para campeonar, mi carrera era solo contra Castellano así que no tenía sentido arriesgarme a romper algo con tal de ganar un puesto. En la segunda etapa apuré un poco más,  cuando me avisaron que “Pincho” avanzaba. Este campeonato representa un premio para el equipo por tantos años de trabajo y sacrificios , por eso quiero dedicárselo a ellos , a mi familia y a todos los que me ayudaron”, reflexionaba aquel 16 de Diciembre de 1990, Emilio Salvador Satriano.

 

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