Hace 56 años «Pocho» Facchini caía en las sierras
Por Luis Orlando Sanchez.
Un clásico legendario y con rica historia de la época de oro teceista, se cumplía el 15 de Noviembre de 1964.
En aquella jornada, el Tandil Auto Club celebraba otro acontecimiento en el marco de las Bodas de Plata (13.05.39) y la duodécima edición de la emblemática carrera, en el cautivante circuito «Vuelta a la Carretera», denominado Alberto Carlos Logulo, en homenaje a quien ganó en forma consecutiva, tres competencias en Tandil en la década del 50.
Una jornada de profundo dolor se vivió en las sierras, caía uno de los calificados protagonistas de la máxima, Juan Oscar Facchini.
La arquitectura del cautivante reducto, tenía todas las variantes para el manejo y el espectáculo.
El desafío inspiraba respeto y concentración, rectas veloces, curvas cerradas, trepadas, descensos vertiginosos y un complicado tramo urbano con avenidas amplias, y algunos badenes. Un escollo riesgoso y comprometido para los aspirantes más encumbrados.
Juan Oscar Facchini, y su tenaz acompañante José “Mingo” Solis habían encontrado el rumbo, “aceitando” muy bien la estructura técnica y humana como para aspirar cosas importantes. Ilusiones y sueños que se iban cumpliendo.
Historias inolvidables
Por esas cosas del destino, el «crédito» de Mar del Plata, había debutado el 26 de octubre de 1958 en la Vuelta de Tandil con el Ford Nº 31, arribando sexto, el día que su coterráneo Alberto Logulo, lograba su tercera conquista al hilo en el trazado Vuelta a la Carretera. Junto a su hermano Pablo, los Facchini, se formaron en las filas del Turismo de Carretera, como hombres de ir siempre a todo o nada.
En varias carreras, «Pocho» estuvo cerca de lograr el triunfo durante el torneo 1964, pero fue recién el 11 de Octubre en Tres Arroyos, cuando pasaba a la selecta nomina de triunfadores. Una semana después alcanzaba la gloria en los pagos de Eusebio Marcilla, en la Vuelta de Junín.
Su nombre estaba en el candelero, luego de un ascenso meteórico, Facchini era el hombre del momento, aunque también se tuvo que conformar con un sexto lugar en las «Mil Millas» y llegaba entonces la clásica carrera de Tandil, cerca de su casa, de su Mar del Plata que lo tenia como ídolo.
El sábado previo, hasta se hizo tiempo una vez concluida la verificación y el sellado, para charlar con Rodolfo Christensen en la Estación de Servicio El Parque, en la esquina de Chacabuco y Constitución, donde descansaba el «moño» que le preparaba Victor Saseta.
Un día de dolor
Otra vez el protagonismo de Facchini y Solis, en el trazado serrano, y el duelo electrizante con los Hnos, Dante y Torcuato Emiliozzi.
La contundencia del Chevrolet era notoria, nadie dudaba de un halago en las sierras más antiguas del planeta. Quien iba a pensar aquel domingo, que el destino marcaría ese final, cuando tenía tantos sueños por cumplir.
El hado, la fatalidad estaba marcada. La muerte esperaba agazapada, y sorprendía al querido “Pocho “ en una zona algo sinuosa y rápida del paraje La Porteña, volcando la máquina, y golpeando en su descontrolado viaje con un vehículo estacionado, cayendo para siempre una de las esperanzas marplatenses, y herido de gravedad su compañero de ruta José “Mingo” Solis.
Se iba un hombre con fuerte personalidad, que peló temple en las urgencias y les ganó a los mejores. En silencio partía hacia el más allá, Juan Oscar Facchini, uno de los notables gladiadores surgidos en la prolífica cantera teceista, aferrado siempre a ese espíritu aplomado, a su amor por la velocidad y a su pasión irresistible por el Turismo Carretera.