La revancha, ese precioso tesoro que seduce a los pilotos

El automovilismo da revancha. Eso es una condición que no se negocia. Una afirmación que domingo tras domingo se confirma y reedita sus pergaminos. Sin dudas Miguel Cangelaro tendrá la suya. El experimentado piloto de la Clase 1 del Turismo Pista vivió un momento importante en la competencia final de la última fecha disputada en Termas de Río Hondo.

Miguel se encontró con un problema en la serie clasificatoria que lo obligó a largar desde el fondo en una fila india interminable. La presión en su lucha por el campeonato era una carta que el mismo piloto debía saber en que momento jugar y como equilibrar la balanza entre las obligaciones que propone ser candidato y la realidad de enfrentarse a un malón de autos que se enfilaban delante de él.
Las carreras hay que correrlas. Las competencias se conforman de un cúmulo de vueltas y allí se van desarrollando las alternativas que sugieren las exigencias de la prueba final. Apenas el semáforo se puso en verde, Cangelaro entendió que había una competencia por disputar y fue a buscar su lugar. Ese que le exige el simple hecho de ser uno de los principales animadores del campeonato en esta temporada 2023.
Consumidas un puñado de vueltas el Fiat Uno número 9 ya empezaba a demostrar todo su potencial. Fue superando uno a uno a sus rivales y como una simple exhalación se instaló en el lote de punta.
Los punteros casi sin entender como había logrado Cangelaro que se había ubicado y se preparaba para pelear por las primeras posiciones. A esta altura la carrera ya había superado su línea de ecuador y enfrentaba la parte final de la historia.
Sobre el final Miguel ya estaba peleando la punta. Se ubicó tercero y allí fue analizando el ataque final. Insinuó, amagó y por momentos hasta intentó concretar un sobrepaso que le permitiera ser líder de una carrera alocada e inesperada para él y toda la afición que miraba perplejo semejante avance.
La historia empezaba a escribir una página dorada de la Clase 1 del Turismo Pista. Todo estaba dado para la epopeya. Pero el destino jugó su carta más cruel. Nadie lo esperaba, mucho menos Miguel Cangelaro. Un desperfecto mecánico, una falla, un problema en su unidad terminaba con la ilusión del piloto. Casi como un duro golpe de nocaut la alegría y la ilusión se rompían en mil pedazos obligándolo a abandonar la carrera a tan solo un par de vueltas para la bandera a cuadros.
“El sábado tuve un problema en el carburador y eso nos obligo a largar desde el fondo” confesaba Miguel quien sabía de las bondades que mostraba el trazado santiagueño. Allí entendió que algo bueno podía pasar en la final.
“Nosotros apostábamos al ritmo del auto. No queríamos perder mucho terreno y salimos a intentar acercarnos y tratar de perder lo menos posible” comentó Miguel cuando relata las sensaciones que tuvo al momento de largar la competencia.
“En carrera pregunte como veníamos y me avisaron de un excelente avance apenas iniciada la carrera. La verdad que allí aposte todo. Entendí que se podía dar” aseguró el piloto que carga con la experiencia de ser uno de esos preparadores, en tiempo pasado, que llevan la pasión en su sangre. “La verdad que todo estaba bien hasta el momento en que se rompe. Allí no lo podía creer. En ese momento me frustre. Una situación así no me había pasado nunca” confesó Miguel al equipo de prensa oficial del Turismo Pista.
“No fue un buen momento para mí. Sabía que podía ganar la competencia, pero cuando te pasan estas cosas la tristeza es grande. Nos quedamos con la satisfacción de saber que contamos con un excelente auto y que pasamos una gran cantidad de rivales y eso es algo que tenemos que valorar” comentaba Cangelaro.
Sin dudas la próxima fecha, o tal vez la siguiente o en algún momento el automovilismo le dará revancha a Miguel Cangelaro que intenta esconder su mal trago por lo vivido aun cuando se lo siente en el tono de su voz o en la mirada desconsolada.
Son momentos. Son instantes que quedan grabados y se instalan en el recuerdo y en el corazón de esos pilotos que saben que la posibilidad de revertir y torcer el destino esta a la vuelta de la esquina.
No fue fácil digerir una situación así pero el deporte tiene sinsabores y cuando el triunfo llega después de haber sabido sufrir, la satisfacción es mucho mayor y el recuerdo queda reducido a una simple anécdota. Al final todo pasa y lo vivido es lo que cuenta.

 

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