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Nunca se creyó que era grande

Aquella máquina que hizo vibrar a la ciudad serrana, a la zona y al país. Con ese auto acopió la mayoría de sus halagos, incluido el Gran Premio del 64, y las nueve conquistas del año 66 que le sirvieron para lograr el certamen.

“Maneco” Bordeu había nacido en Mar del Plata el 28 de Enero de 1934, debutando como piloto a los 20 años en la ciudad de Puebla (México) con un Chevrolet, en una carrera standart como anticipo de la Panamericana, competencia que también participó. 

En el T.C. debutó en 1954, en su ciudad natal en una carrera reservada para No Ganadores, donde clasificó en la séptima posición. El 3 de Marzo de 1963, día que perdía la vida el múltiple campeón Juan Gálvez, en la Vuelta de Olavarría, hizo debutar a la “coloradita”, motorizada por “Toto” Fangio. 

Bordeu tenía un especial respeto hacia los demás. Hombre que supo llegar a la gloria, pero también debió pelar temple en momentos difíciles. Medido, pausado y de rico interior. Nunca se creyó que era grande. El quíntuple Juan Manuel Fangio, fue referente importante en su vida, no por los secretos de la conducción, sino por lo que aprendió del más grande respecto a la vida. A conocer y ubicarse con la gente, a razonar y valorar diferentes acciones y a tener equilibrio en los actos cotidianos. Sobre Fangio, reflexionaba “Cuando maneja Juan, me da vergüenza creerme corredor. Fangio y O. Gálvez, son dos grandes. Dos fueras de serie”. 

Uno de sus grandes desvelos fue correr en el viejo continente, y lo hizo en la Fórmula Juniors Europea en 1959, corriendo en Montecarlo y ganando en el emblemático trazado de  Monza. También lo hizo en Fórmula 2, y luego participó en la temporada internacional en nuestro país en 1966 y 1967 con un Brabham Cosworth de Fórmula 3, redondeando un gran trabajo en Córdoba,  el 5 de Febrero de 1967. 

En el país, uno de sus máximos desafíos y su posterior conquista fue el 42º Gran Premio de Turismo Carretera del año 1964 con cinco etapas sobre casi cuatro mil kilómetros, como también la concreción del campeonato del año 1966. En esa temporada lograba nada menos que nueve victorias, Hughes, Buenos Aires, General Pico (La Pampa), Chacabuco, Carlos Casares, Mar del Plata, Olavarría, Junín, y Mercedes, quebraba la dinastía de cuatro años de los ases de Olavarría, Dante y Torcuato Emiliozzi. 

Después de conseguir la gloria máxima teceista,  Bordeu destacaba sobre el ansiado tributo, “Es una responsabilidad que hay que saber llevar con honor, cuando un título ha estado en poder de los Hnos Emiliozzi.  Siempre creí que hay que estar en cada cosa, en cada momento, y hacer de ese momento el mejor posible», expresiones de un hombre fiel a su estilo. “Necesitaba correr, y corrí, aspiré a ganar y lo conseguí. El automovilismo y el Turismo Carretera,  me permitió ganar amigos, y me hizo sentir acompañado”. 

El día que el hombre llegó a la luna, el balcarceño por adopción,  protagonizaba un grave accidente en el circuito de Los Cóndores, que terminó con algunas lesiones en la clavícula y en las costillas. El 17 de Diciembre de 1972, en Zapala, fue su última carrera a bordo de un Dodge, arribando en el octavo lugar. Siempre y en charla de amigos, recordada a  sus acompañantes, responsables de muchos logros como Alberto Lozano,  y Hugo Sánchez que desde muy joven estaba dedicado a la “histórica colorada”. 

En la ciudad de Buenos Aires se iba Juan M. Bordeu un 24 de Noviembre de 1990, cuando tenía mucho por entregar al automovilismo argentino y al deporte nacional. Uno de los relevantes actores de la época dorada teceista, apasionado de la velocidad . “Puede ser que el vicio de correr me haya robado muchas horas de mi vida” reflexiones,  de un hombre integro, medido y de palabras calladas. 

Fue un grande, con 21 triunfos en la máxima, su nombre ha quedado grabado a fuego en el mundo de los carreteros.

 

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