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A. Logulo: El dueño de la carretera

Acompañó a Alberto Fava en algunas competencias, luego preparó un Mercury algo pesado,  y no muy veloz, debutando en un circuito de Rojas en 1950, donde debió desertar. Intervino en otras pruebas sin mucho éxito, ya que con esa máquina otorgaba cierta ventaja a sus rivales.

Se tomó un tiempo, volviendo a la pasión de toda su vida, los autos de carreras. Elaboró un nuevo Ford, impulsado por un motor confiable y veloz, iniciando una etapa de triunfos, demostrando su real dimensión como piloto y su excelente capacidad en cualquier tipo de terrenos,  montaña, llano, circuito y autódromo. Una perfecta asimilación en todo tipo de escenario.

 La primera corona de laureles la consigue en un ardoroso duelo con Domingo Lucente en tierra chaqueña, desandando caminos polvorientos y zonas quebradas. La carrera estaba reservada para No Ganadores, pero ya estaba en condiciones de trenzarse con los ases más encumbrados.

El 25 de Octubre de 1953, en el circuito Vuelta a la Carretera, se llevaba a cabo  la cuarta edición de la Vuelta de Tandil, venciendo nada menos que a Juan Gálvez. En dicha realización caía para siempre,  el platense Jorge Orduna, primer ganador de la emblemática competencia serrana.

Ese mismo año, consigue la Vuelta de La Pampa, siguiendo las luchas con Juan Gálvez. Por mitad de carrera, se debieron detener los dos protagonistas,  el marplatense para cambiar distribuidor y Juan, reemplazaba la tapa de cilindros, demostrando las hazañas de los pilotos teceistas.

En Comodoro Rivadavia, en otra notable entrega,  vence por solo un segundo, a un pistero de excepción como Adolfo Sogoló. Logulo, consigue parciales y etapas de Grandes Premios, con adversas condiciones climáticas como en 1957, entre General Pico y Mar del Plata, donde una lluvia torrencial había dejado los caminos transformados en verdaderas lagunas. Arriba en el cuarto lugar en la clasificación general, ganando el último tramo hasta el Autódromo de Buenos Aires.

La clásica Vuelta de Tandil se reanudaba  en 1958, y el 26 de Octubre de ese año, supera a Juan Carlos Navone por exigua diferencia, siendo tercero Rodolfo de Alzaga. Y como no hay dos, sin tres, el 25 de Octubre de 1959 gana la 6ta edición de la prueba tandilense, escoltado por el “Aguilucho” Oscar Alfredo Gálvez y Marcos Ciani.

Esa temporada fue próspera y de motivaciones para el piloto de Mar del Plata, porque logra cristalizar uno de sus sueños más fervientes, ganar la clásica Mar y Sierras, entregando una inmensa alegría a esa nutrida legión de hinchas marplatenses y de la zona.

Uno de sus grandes objetivos era ganar ante su público y en su ciudad. Por fin la alegría llegó el 29 de Marzo de 1959, cuando luego de transitar algo más de 900 kilómetros, la bandera a cuadros lo saludaba como notable vencedor de la clásica e histórica carrera, a más de 172 de promedio.

Muchos fueron los recuerdos y vivencias de uno de los pilotos más veloces de la década, y otro de sus logros fue el triunfo conseguido en la 1ra Vuelta de San Nicolás, en un trazado sinuoso y complejo, en dura batalla con Oscar Alfredo Gálvez, estampando una de sus últimas alegrías.

1960, año de la historia y del golpe final. Cambiando la máquina, ya que la anterior fue a manos de Rodolfo de Alzaga. Luego de algunas experiencias con la nueva unidad, aparecían las buenas producciones, con un quinto lugar en Necochea, en el recordado Banco de Pruebas, o el Triángulo de la Velocidad.

La 12da edición de las Mil Millas Argentinas, organizadas por el Avellaneda Automóvil Club, era la carrera sin retorno, o el abandono eterno de Alberto Logulo. El amanecer sombrío en las cercanías de Pilar, casi sin destellos de sol  y la oscuridad de una curva escondida sorprendía al veloz piloto marplatense. En la marcha vertiginosa arrasaba árboles y objetos, un 4 de Septiembre de 1960 partiendo de este mundo Alberto Logulo. La carrera del destino. La etapa que no pudo superar este perseverante y entusiasta marplatense,  dejando sus huellas en los duros y polvorientos caminos del país, en una década donde el T.C. comenzaba la transformación, apuntando a un horizonte amplio y renovado.

 

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