A 56 años del primer triunfo del Chevitú

Por Luis Orlando Sanchez.

Mientras en el año 1964, los hermanos de Olavarría, Dante y Torcuato Emiliozzi continuaban acopiando victorias en el Turismo Carretera, surgía una renovación, un aire fresco para la folklórica categoría. Un cambio irrumpía, que con los años sería relevante, marcaba un antes y un después para la especialidad.
56 años atrás, aparecía un golpe de efecto en las estructuras de las carrocerías y evolución de los motores. La situación planteada derivó en nuevos matices y proyección para la máxima. Por un lado estaban las clásicas cupecitas con motores antiguos, otras con impulsores más modernos y terciando, asomaba el “Chevitú”, abriendo la senda de la renovación total, con los Falcon siguiéndole los pasos.
El primer calificativo, lo generaba, Oscar Alfredo Gálvez, “Se trata de un monocasco, esos son los autos de ahora”, reflejaba el “Aguilucho”
“Pepe” González con Aldo y Reinaldo Bellavigna”, autores del proyecto, introdujeron un Chevrolet Nova al Turismo Carretera, aún hoy perdura en la memoria de los amantes de la categorías más popular.
Los Hnos de Saenz Peña le propusieron a Froilán González correr con un «400», y al inquieto arrecifeño, subcampeón del mundo de la F1, le gustó el desafío e se acercó sin dilaciones al ACA a presentar el proyecto.
El Chevitú fue el auto emblema de una etapa que revolucionó y modificó el rumbo de los carreteros. Un ícono para el automovilismo argentino.
El “compacto” llegó para romper la tradición de las cupecitas. El Nova II o Chevrolet Two (conocido como Chevitú) en la “máxima” le aportaba otros condimentos y aire fresco. El peso adquiría proyección, tanto más porque las carreras sobre escenarios extensos, iban concluyendo su vida útil, siendo reemplazas por aquellas que se desarrollaban en trazados reducidos y con muchas curvas.
El auto, parecía frágil comparado con los vehículos de ese tiempo, ya que tenía mucha chapa, y apenas un falso chasis atornillado al torpedo.

Máquina contundente
González, con su espíritu decidido y visionario se contactó con directivos de General Motors en EE UU, para que le envíen a la Argentina un Chevrolet de dos puertas ya que acá se fabricaban de cuatro. La unidad retirada de la aduana y luego de algunos trámites, desembarcaba en la planta de la empresa norteamericana, en la ciudad de San Martin.
Se establecieron cambios puntuales, se instaló un motor de 230 pulgadas, de 3.800 cm3, tres carburadores doble cuerpo Weber, caja Corvette de cuatro velocidades con retromarcha, y frenos a disco. Vacío pesaba 1279 kilos.
El piloto elegido fue Jorge Enrique Cupeiro, ex-motociclista con más de 300 carreras, talentoso y estratega. La moto había sido la mejor escuela para Cupeiro, allí aprendió como decía Carlitos Jarque a afinar el oído y no equivocarse.
Durante ese primer año de participación en el Turismo Carretera el «400», sufría una serie de abandonos por numerosos inconvenientes mecánicos arribando a la meta en 5 de las 15 carreras en las que participó. Esto apagaba un tanto las quejas de sus detractores quienes, empezaban a sostener que era un vehículo ideal para usar en los autódromos pero, no servía para las carreras típicas del TC en ruta por ser muy frágil.

Adelantado grupo técnico
Un equipo sólido de técnicos y preparadores logró formar José Froilán González, la sapiencia de los preparadores de Saenz Peña, Aldo y Reinaldo Bellavigna, su socio y amigo, Gabino Puelles, más Jorge Daré, Rial y Carlos Cabrera, en la calle Cabello y Ortiz, hombres avezados y de confianza de González. Los responsables del Baufer Style, Dante y Alain Baudena, junto a Ramón Ferbrer elaboraban los detalles y pulido aerodinámico, mientras los diseños tenían la responsabilidad de Jorge Ferreyra Basso.

Estímulos y motivaciones
Un estreno alentador del Chevitú el 12 de Abril de 1964 en el autódromo de la Ciudad de Buenos Aires, con victoria en la segunda serie luego de clasificar penúltimo con 46 autos, asomando como potencial candidato a la victoria.
En carrera el auto alcanzó la punta, pero en la parte final un desgaste en el sistema de frenos, hizo que debiera abandonar. El Chevitú estuvo muy cerca del triunfo.
Una vez que lograron que la máquina fuera competitiva tanto en la tierra como en los circuitos mixtos, aparecieron los resultados.
El 9 de agosto de 1964, a cuatro meses de su estreno, Cupeiro se alzaba con la clásica Vuelta de Mar del Plata reservada para “No Ganadores”, superando a los locales, “Pocho” Facchini y Antonio Tempone.
Una carrera muy veloz con 512,743 kilómetros de recorrido, saliendo de la ciudad feliz, por ruta 226 rumbo a Balcarce, Napaleofú, cruce de La Vasconia (Tandil) a 156,752 kilómetros, «empalmando» a la izquierda la ruta 74 hacia Benito Juárez, y al llegar a la «86» volvían a girar a la izquierda, transitando por una cinta asfáltica de 3 metros hasta Nicanor Olivera (La Dulce) con destino a Necochea (376,215 Kms).
Al llegar a esta última, salían por el Puente Colgante, en dirección a la ruta provincial 88 y de allí destino Miramar y finalización en Mar del Plata.
En el «control» de Necochea Cupeiro, «viajaba» a más de 200 Kms de promedio, seguido por Juan Oscar Facchini con motores de Victor Saseta y «Cacho» Tempone, más atrás José Manzano y el «Tubo» Machado.
En el último tramo, los dos marplatenses fueron por la heroica, conocedores del paño y de las variantes del trazado, pero el «Gallego» (191,792 Kms/h) manejó con temple y aplomo el tramo final para superar a «Pocho» Facchini con «Mingo» Solis, arribando tercero Antonio Tempone.
En orden de méritos quedaban detrás, «Pepe» Manzano con Adolfo Marello de Gral Alvear, Mendoza cuartos, y quinto Juan Roberto Machado, el «crédito» de los «Pagos de Areco».
Completaban, Rubén José Javier Roux, el ex-presidente de la ACTC, Carlos Alberto Druetta, «Cacho» Cordonnier de la peña Hipólito Aguado de Ayacucho, el «Pibe» Volponi de Tres Arroyos y Juan Carlos Perna, otrora copiloto de Juan Gálvez, completando el selecto club de los diez.

Cupeiro y Marincovich
Catorce victorias logró el Chevitú entre 1964 y 1966, El “Gallego” acopió trece conquistas, y la restante fue del arrecifeño Carlos Oreste Marincovich.
El auto emblemático de “Pepe” González, obtuvo cuatro triunfos en 1966, pero a partir del año siguiente comenzó a sufrir reformas que lo alejaría de su modelo original para lograr competitividad.
Un época de transición, llegaba una nueva revolución a Turismo Carretera con la aparición de los Torino, y luego los Prototipos.

El gran desafío
Fue exitosa la foja del «Gallego» Cupeiro, en los deportes mecánicos. En 1969 fue uno de los pilotos que participó de la célebre «Misión Argentina» en las 84 horas de Nürburgring (Alemania). Compitió a bordo del Torino 380W TC N°2, compartiendo butaca con Gastón Carlos Perkins y el «Chino» Rodríguez Canedo. Actor relevante en gran parte del periplo teutón, debiendo abandonar por despite de Rodríguez Canedo que presentó algunos daños irreparables.

 

 

(Fotos: Ídolos Chevrolet / H. Neri – Velocidad / Daniel David Erreguerena)

 

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